Los puntos de las guías y críticos de vinos, así como las medallas de los concursos pueden (y deberían) servir como baremo para el consumidor de a pie, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos, ante el desconocimiento, termina confundiendo o sirviendo como gancho engañoso.

El problema es que muchas veces la prensa generalista ayuda poco a aclarar las cosas, más bien tiende a confundir. Una vez más estamos ante un caso en el que pareciera que esto del vino es muy complicado, pero no, es más fácil de lo que parece. Pero si uno va a escribir en un diario de tirada nacional o regional, sobre un tema concreto, ¿qué menos que informarse un poco?. Si a uno lo mandan a escribir sobre fútbol, no es necesario sacarse el título de entrenador, pero por lo menos debería saber lo que es un penalty o un fuera de juego, así por encima.

CONCURSITOS

Todo esto viene porque recientemente, se celebraron los World Cheese Awards. Un concurso de quesos mundial, cuyo resultado es un sinfín de noticias del tipo “un queso de tal pueblo elegido mejor queso del mundo”. Pasa con los quesos igual que con los vinos, casi siempre igual.

Lo primero de todo: estaría bien que dijeran de qué queso se trata. Lo de hacer patria chica está bien, pero tampoco estaría de más poner en valor el trabajo de esos ganaderos y ganaderas, queseros y queseras, que se lo curran los 365 días del año. Más allá de que vivan en tal pueblo.

Pero esto no es lo más grave. Todo parece medianamente normal hasta que empiezas a ver un montón de noticias en diferentes medios que hablan de el “mejor queso del mundo”, pero en todas ellas es un queso de un pueblo diferente.

Explicación: Los World Cheese Awards tienen tantas categorías como tipos de queso hay en el mundo. Es decir, que estos quesos que mencionan en la prensa han ganado en su categoría, pero eso no los convierte en los mejores del mundo. Ni de lejos. Serán buenos quesos seguro, pero seamos serios a la hora de comunicar desde un medio profesional.


Vino tinto con puntos Parker

MEDALLITAS

Otro de los aspectos que dan lugar a engaño en estos concursos son las medallas que se utilizan para clasificar a los vinos (o quesos).

Una medalla de oro no convierte a ese vino en el mejor del mundo.

Explicación: La medalla de oro en los concursos por lo general significa que el producto evaluado ha obtenido una puntuación en un rango determinado. Por ejemplo de 90 a 95 puntos. Bien, un vino saca un 91 y le dan la medalla de oro, vale. Pero es que en dicho concurso igual hay otros 50 vinos con medalla de oro. Eso nadie te lo cuenta cuando ves la botella con su medallita pegada en el lineal de un supermercado.

¿Y qué pasa con los que están por encima de 95? Pues que tiene medalla de platino, super oro, o como la quieran llamar en cada certamen. Ojo con esto, porque un vino con medalla de oro puede estar lejos de estar entre los mejores del mundo. Hablemos con propiedad. Si acaso, estará entre los mejores de los que se han presentado a ese concurso.

Y eso por no hablar de platas o bronces.

Tampoco quiero dar a entender que estos últimos sean malos, ni mucho menos. Seguramente si su creador los ha mandado concursar es porque cree que son buenos. Sólo pretendo aclarar que estos concursos no son las olimpiadas, donde sabemos que habitualmente van los mejores y la medalla de oro se la dan, por lo general, a un único ganador.

PUNTITOS
 
Aparte de los concursos están las guías especializadas.

Si en los concursos hay un panel de cata formado por varios expertos, en el que en ocasiones meten algún que otro periodista, político o influencer, en las guías suele ser una persona, un crítico, en ocasiones junto a su equipo, los que someten a juicio los vinos en cuestión.

Algunas de las guías/publicaciones más conocidas son la Wine Advocate de Robert Parker, Wine Spectator de James Suckling, Decanter o en España la Guía Peñín.

Esto tiene su ventaja respecto a los concursos. Aquí te puedes guiar por el criterio de los críticos. Una vez que has catado varios vinos puntuado por según quien, vas descubriendo si el perfil se ajusta más o menos a tu gusto. Además, estas guías suelen ser objetivas, en la mayoría de los casos, de lo contrario perderían reputación, que es lo que al final del día les da de comer.

También tengo la teoría de que en los concursos impera la “tiranía de la mayoría”. Ante un panel de cata heterogéneo puede haber vinazos que el la puntuación media, pasen desapercibidos si se salen del perfil más estándar. Mientras que esos vinos de perfil más neutro o comúnmente llamado  “internacional” se imponen . Creo que el mundo del vino es algo tan plural, heterogéneo y cada botella tan diferente y especial, que someterlo a una “media” o una “mediana” no es hacer justicia, sino promover la mediocridad.

Pero cuidado, también los puntos otorgados por críticos y sus guías pueden dar lugar a confusión, especialmente entre los consumidores neófitos. Cuando íbamos a la escuela, sacar un 8,8 sobre 10 en un examen era un sobresaliente. Pero es que si nos vamos a la Guía Peñín, por poner un ejemplo cercano y conocido, 88 puntos sobre 100 es morralla.

Y digo morralla con todos los respetos, pero es que en la Guía peñín los 89-91 puntos es donde se ubican casi todos los vinos del montón. ¿Son malos vinos? Seguramente no, pero me parece que alardear de 88 puntos y ponerle un colgante a la botella para alardear de ello es excesivo (y está pasando).


Como conclusión, amigo consumidor; todos esos concursos y guías son herramientas que nos pueden ayudar en la elección de una determinada compra, pero hay que entenderlas cómo lo que son y no dejarnos llevar como urracas por el espejismo del vil metal. Siempre siendo conscientes de que puede gustarnos más un vino con menos puntos que otro, lo importante es ir construyendo un criterio propio, basado en fundamentos coherentes. Esto último es aplicable, tanto al vino, como a la vida en general.

Carlos Medina Dorta

Carlos Medina Dorta

Director de Sack Wine Canarias

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